jueves, 27 de enero de 2011

~ Capítulo 2

Armadura de metal; corazón de miedo. Y de fachada, hielo.

En esta ocasión todas hemos sido puntuales y exactamente a las 22:30 estábamos donde siempre. Es sábado por la noche y toca hacerle un hueco a las risas y al alcohol. Lo de ir en plan tranquilito había sido una patraña de Clara para conseguir sacarme de mi casa cuando tenía en mente acurrucarme en mi cama tapada con una manta y ponerme a leer ese libro tan interesante que empecé hace dos días.
Veo la noche excesivamente animada. Algún que otro escote y, aunque resulte sorprenderte, nada de minifaldas. Somos Maite, Silvia, Clara y yo. Es perfecto. A pesar de ser Enero, no hace demasiado frío y las calles están abarrotadas. Pero eso hoy no nos importa. Tan sólo estamos nosotras, la música y una botella posiblemente adulterada de vodka junto con varias latas de redbull. Artillería pesada que siempre guarda Maite -un año mayor que nosotras- en el maletero de su coche. “Nunca se sabe”, suele decir ella.

Comenzamos en ese Opel Astra plateado. La primera copa, cargada. Caras expresando el primer sabor de la noche… “Esto promete, chicas. -dijo Silvia- ¿brindamos?”. 

Aunque por momentos intentaba ocultarlo, hacía meses que no recordaba sentirme tan feliz. Odio pensar en volverme adicta a esto; a los buenos tiempos. De sobra sé que no suelen durar demasiado y que crean dependencia. Pero basta, esta noche no se piensa. (Y aquí viene otra copa, dulce y con un toque ácido). A este ritmo, las confesiones no tardarán en llegar.

- Es que es algo así como “ni contigo, ni sin ti”. A veces tan cerca y otras, sin motivo alguno, en mundos diferentes. Y no puedo entenderlo. Siento que su cuerpo es la nicotina de mis pulmones, por la que respiro pero a la vez esa que me asfixia.

- Ninguna adicción es buena, Clara.

- Ya da igual. Carlos nunca ha sido de una sola persona. Y mucho menos, solo mío. Yo tampoco soy suya, en realidad él es solo el mejor juego sin reglas ni normas que jamás he tenido. En el fondo mi debilidad ha sido y siempre será Marcos. Aunque él es otra historia que otro día os contaré.

La noche es joven y el alcohol está dando sus frutos. Maite ya ha hecho un par de llamadas para que nos cuelen en algunas discotecas de la zona. Las 00:30. Creo que debo de ir despidiéndome; mi padre ya estará de camino. No le gusta nada la impuntualidad. Pero la botella marca poco más de la mitad y mis amigas no me ponen las cosas fáciles.

“Espera, Marta. No te vayas todavía. Antes, ¡brindemos! Esta... ¡por nosotras! Y esta otra... ¡por la noche! Y esta... ¡por nosotras también!” Las palabras empiezan a sonar con dificultad. Los latidos se aceleran y las respiraciones son cada vez más y más superficiales. La última vez que miré el reloj eran las 2:00. Creo que divisé en el móvil unas 5 llamadas perdidas. Estaba muy confusa y me olvidé de todo. ¿Ha pasado una hora y media en apenas cinco minutos? Ahora todo se ve mucho más borroso, todo da vueltas. Por las luces y la música yo diría que estamos ya en algún garito. Clara dice que pida la canción de “un tal kuduro” y, antes de que termine de hablar, ya estamos asaltando la cabina del DJ. La caja misteriosa del tabaco sin tabaco se ha perdido en el interior del bolso de Maite y ahora ésta y Silvia avanzan a pasos de baile robando cigarrillos. Copas y mas copas, todo es gratis. Música, chicos y visitas al suelo. Bendito alcohol. Y decía Clara que iba a ser una noche tranquila. Já.


Son las 06:30 de la mañana. No logro distinguir si la luz viene del sol o de algún foco. Ahora andamos flotando en nuestros propios cuerpos. Ya de recogida, en dirección a un coche. Maite conduce. Clara y yo, aun en una nebulosa alcohólica, la seguimos entre risas. Silvia viene tras nosotras haciendo todo lo posible para no caerse. Parece equilibrarse con los tacones, ahora elegantemente colocados sobre sus manos. Pronto se hará de día. 

Sin duda, ha sido una buena noche.

1 comentario:

  1. me encanta como escribes! tú también eres de murcia?
    la historia genial, la iré siguiendo :)

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